lunes, 19 de marzo de 2012

19 de Marzo, Festividad del Patriarca Bendito Señor San José

(Patrón y protector de Cádiz y del Carmelo Descalzo)


GOZOS AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Si al Amparo de María 
se añade tu invocación,
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

De regia estirpe gloriosa
al mundo José naciste,
y así feliz mereciste
a María por Esposa;
si de unión tan casta y pía,
vino vuestra redención:
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Eres de María Esposo,
y en esa gran dignidad
afianza tu piedad
socorro al menesteroso;
pues imitas de María
la piedad y compasión:
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Si de tu Esposa en las manos
la Azucena resplandece;
otra en las tuyas florece
por influjos soberanos:
pues de esta la lozanía
fue empresa de tu blasón:
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Jesús estuvo obediente
a María, como a Madre,
y a tí José, como a Padre
se rindió el Omnipotente:
si en tan alta jerarquía
te adora la asmiración:
 hallará tu protección
José, quien en tí confía.

En la casa del Amparo
te imploran nuestros clamores,
para lograr tus favores 
en cualquiera desamparo;
y pues con tanta porfía
te invoca la devoción:
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Teresa tu hija querida,
te hizo del Carmelo, faro ,
más ya se ve consagrado
a la Emperatriz Divina:
y pues tu Cádiz suplica
seas su eterno Patrón:
hallará tu protección
José, quien en tí confía.

A los fieles ofrecéis
con amante regocijo,
a vuestro precioso Hijo,
que en la siniestra tenéis;
pues con tanta bizarría
nos das todo el corazón:
 hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Siempre que el desconsolado
tu patrocinio imploró,
luego el remedio encontró
de su aflicción y cuidado:
luego si Dios nos envía
tal Protector y Patrón:
 hallará tu protección
José, quien en tí confía.

Si al Amparo de María 
se añade tu invocación,
hallará tu protección
José, quien en tí confía.




Salve a ti, celoso defensor de Cristo, virginal custodio del hogar divino; vida, paz dulzura y esperanza nuestra; faro de virtudes, norma de paciencia. Con filial confianza nos, los desterrados, pobres hijos de Eva, siempre a ti llamamos y hacia ti exhalamos en el triste valle, fèrvidos suspiros, dolorosos ayes.

Oh, Josè benigno, vuelve hacia nosotros, esos dulces ojos misericordiosos, y cuando el destierro se haya terminado, muèstranos al Niño que te fue confiado. Sì, patriarca santo, protector clemente, ruega por nosotros en vida y en muerte para hacernos dignos de la gran promesa, fùlgida y divina de la gloria eterna. Amèn.

2.012, 450 Aniversario de la Fundacíón del Convento de San José de Ávila, primer convento del Carmelo Descalzo, por la Santa Madre Teresa de Jesús.



SANTA TERESA DICE SOBRE SAN JOSÉ:

1.- Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido (V 6,6).

Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.

2.- Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo experimentado esta verdad (V 6, 6)

3.- Procuraba yo celebrar su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo que se hiciese bien y con muchos detalles, aunque con buena intención (V 6, 7).

4.- Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido a nadie que le tenga verdadera devoción y le haga particulares servicios, que no lo vea más aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan (V 6, 7).

5.- Creo que ya hace algunos años que el día de su fiesta le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si la petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío (V 6, 7).

6.- Quien no hallare maestro que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino. No quiera el Señor que haya yo errado atreviéndome a hablar de él; porque aunque publico que soy devota suya, en servirle y en imitarle siempre he fallado. Pues él hizo, como quien es, que yo pudiera levantarme y no estar tullida; y yo, como quien soy, usando mal de esta merced (V 6, 8).

6.- No me hartaba de dar gracias a Dios y al glorioso Padre mío san José, que me pareció que él lo había traído, porque fray Pedro era Comisario General de la Custodia de san José, a quien me encomendaba mucho, y a nuestra Señora (V 3, 7).

7.- Un día, después de comulgar, Su Majestad me mandó con mucha insistencia que lo intentara con todas mis fuerzas, y me hizo grandes promesas de que se haría el monasterio, y que Dios se glorificaría mucho en él, y que su título fuese de san José, que él nos ampararía en una puerta y nuestra Señora en la otra (V 32, 11).

8.- Una vez estaba en un apuro del que no sabía cómo salir, pues no tenía dinero para pagar a unos albañiles, y se me apareció san José, mi verdadero padre y señor, y me dijo que no faltaría dinero y que los contratara; y así lo hice, sin un céntimo. Y el Señor de modo maravilloso que asombraba a los que lo oían, me proveyó (V 33, 12).

9.- Al glorioso san José no vi con tanta claridad, aunque vi muy bien que estaba allí, como en las visiones que he dicho que no se ven (V 33, 15).

10.- Mas ¡ay, hijas!, encomiéndenme a Dios y sean devotas de san José, que puede mucho (Cc 28ª).

11.- Ya entonces yo oraba mucho a nuestro Señor, suplicándole que no me fuese sin dejarles casa (en Sevilla), y hacía que las hermanas se lo pidiesen y al glorioso san José, y hacíamos muchas procesiones (F 25, 3).

12.- Las hermanas habían pedido mucho a san José que para su día tuviese casa (en Burgos), y sin pensar que la tendrían tan pronto, se lo cumplió (F 31, 36).

13.- Los días primeros de pascua, u otros días de solemnidad, podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso de san José (Const 1, 3). 14.- Aunque tenga muchos santos por abogados, tengan particularmente a san José, que alcanza mucho de Dios (Av 65).

 El "parlero"

 



Si no todas las fundaciones de la Madre Teresa llevan el título de San José, no hay ninguna donde no esté presidiendo y amparando la imagen de San José. Es una manifestación más de su devoción y experiencia josefina el ir sembrando por sus conventos imágenes de San José, la mayoría de las cuales se conservan todavía.

Es notable, a este respecto, el dato que llevaba consigo en todas sus fundaciones una imagen de bulto de San José, que recibía el título de "San José del Patrocinio", y, cuando el P. Pedro Fernández la nombró Priora del convento de la Encarnación en 1571, y ella supo de la terrible negativa de la mayoría de las monjas para recibirla, llevó consigo esta imagen y el día de la toma de posesión, al tiempo que colocaba la imagen de la Virgen en la silla prioral, la acomodó en la silla subprioral; esta imagen luego le parlaría todo lo que las monjas hacían, que por eso se le llamó el Parlero, y de tanto hablar quedó con la boca abierta milagrosamente (ll). En la fundación de Burgos, el médico Antonio Aguiar, amigo del P.Gracián, hace notar cómo, al no encontrar una imagen del Santo, reparaba por mano de un pintor un santo antiguo para que representase a San José. 
Como no quiere que falte mucho tiempo la imagen de San José en ninguno de sus conventos, son las casas de su padre y señor, recuerda a Diego de Ortiz, fundador del convento de Toledo, "no se descuide tanto de poner a mi señor San José en la puerta de la iglesia"
Salve, José, amante y tierno padre.
Salve, guardián de nuestro Redentor.
Esposo fiel de tu bendita Madre
y salvador del mismo Salvador.

Al buen Jesús pudiste ver sin velo
y sobre ti sus miembros reclinó.
Al Hacedor de tierra, mar y cielo
con cuánto amor le besas y te besó.

¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas!
Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José.
¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor!
Dichoso aquél, José, que tú proteges
y el que con fe te invoca en la aflicción,
jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección.

¡Oh, San José, amante y tierno padre,
santo sin par y espejo de virtud!
Haznos amar a la divina Virgen
y a nuestro Dios y Salvador.
 “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

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