lunes, 8 de noviembre de 2010

Monográfico sobre la Historia de la Hemandad de la Divina Pastora de las Almas de la ciudad de Cádiz.

           De todos es sabido que la nueva advocación de María con traje y título de Pastora comienza en Sevilla, la Noche de San Juan Bautista, 24 de Junío de 1703, esa noche Fray Isidoro de Sevilla de la Orden de Capuchinos se encontraba en oración en el bajo coro de su convento, cuando de pronto en sueños se le apareció la Santísima Virgen, la relata así:
" En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico ceñido a la cintura. Un manto azul terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo y hacia el derecho en las espaldas, llevará el sombrero pastoril y junto a la diestra apercerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará su mano derecha sobre un cordero que se acoge a su regazo. (Cordero de Dios, Jesucristo). Algunas ovejas rodearán a la Virgen formando su rebaño y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas simbólicas del Ave María con que la veneran. En lotananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo -el enemigo- emergente de una cueva con afán de devorarla, prero pronuncia el Ave María expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio y aparecerá el arcángel San Miguel bajando del Cielo, con el escudo protector y la flecha que ha de hundir en la testúz del lobo maldito"

           Así fué como al día siguiente fue a expresarlo al pintor Alonso Miguel de Tovar, artista del círculo murillesco que marcaba el rumbo de la pintura sevillana de la primera mitad del siglo XVIII.
Muy avanzada se hayaba ya la pintura en Agosto de ese mismo año, cuando el Padre Isidoro el día de la Asunción 15 de agosto y movido por la sensibilidad Mariana que lo caracterizaba, quiso completar la obra con dos angelotes que sostuvieran en lo alto una corona de reina con claro sentido asuncionista, dogma este tan venerado y querido por Fray Isidoro de Sevilla.

Antes que el cuadro se ejecutó un boceto que guardan con celo en hermoso relicario de plata los Padres Capuchinos de Sevilla en la clausura de su convento.

Relicario que contiene el boceto original del Primer cuadro de la Divina Pastora,
custodiado por los PP. Capuchinos de Sevilla.

          El cual dió lugar a la primera representación para la veneración popular de la Virgen María como Pastora Divina de las Almas, ese cuadro salió adornado con flores puesto en forma de estandarte y de manos del mismísimo Padre Isidoro, el 8 de Septiembre de 1703 día de la Natividad de María, desde la Parroquía de San Gil, partió la comitiva rezando el Santo Rosario, hasta la Alameda de Hércules donde en altar portátil el venerable Padre predicó las grandezas de esta nueva advocación para Gloria de Sevilla y la Iglesia Universal.


Primitivo Cuadro de la Virgen venerado en la Capilla de San Bernardo
(vulgo de los viejos), calle Amparo Sevilla.

            Sólo un año tarda en fundarse el Primitivo Rebaño de la Divina Pastora de las Almas, con reglas redactadas por el Padre Isidoro, por tanto en 1704 ya se encuentra fundada en la Iglesia de Santa Marína la primera hermandad que da culto a la primitiva imagen con este nuevo título, la imagen obra de Ruiz Gijón al igual que el cuadro se venera hoy día en la Capilla de San Bernardo (vulgo de los viejos).




Estampa de cuando la Virgen se veneraba en Santa Marina.

Cádiz, ciudad pastoreña
        La nueva advocación mariana, sevillana y capuchina, se expandió pronto fuera de Sevilla, por la archidiócesis hispalense y por el área circundante. La mayoría se las veces, el propio Fray Isidoro fue el propagador, llevado por el celo incansable, fundando hermandades, predicando sermones, escribiendo apologías… Aprovechando sus años de destino (o de exilio) en el convento capuchino gaditano, el venerable religioso continuó en la capital atlántica lo comenzado en la capital del Guadalquivir: fundó en 1733 la Hermandad de la Divina Pastora de Cádiz, sólo treinta años después de la visión mística tenida en el convento hispalense.
        La fundación gaditana no fue algo accidental ni desorientado respecto de la de Sevilla. Al contrario, la ciudad de Cádiz había tomado el testigo de la opulencia sevillana al convertirse en sede del monopolio comercial con las Indias a principios del siglo XVIII, transformándose a lo largo de esa centuria en una de las ciudades más importantes, pobladas, ricas y cultas de España y aun de Europa. Y también en una de las más apetecibles para fundaciones religiosas.
        Podría pensarse que la historia de la hermandad de Cádiz no es relevante ni interesante para la corporación homónima que se fundaría en la Isla de León unas décadas más tarde. Sin embargo, los datos históricos demuestran reiteradamente que la influencia de las antiguas hermandades y cofradías gaditanas fue crucial en la fundación y configuración de las jóvenes hermandades isleñas del XVIII. La existencia desde 1733 de una Hermandad de la Divina Pastora en la cosmopolita, influyente y próxima ciudad de Cádiz no tuvo que ser algo ajeno ni intrascendente para la hermandad isleña.
        Por estas razones, daremos a continuación unos datos someros pero completos sobre el origen, fundación y primeros tiempos de la hermandad pastoreña gaditana. Al menos de su primer período áureo, hasta la época próxima a la fundación de la corporación isleña. Muchos de esos datos históricos demuestran sorprendentes paralelismos entre ambas hermandades. No pocos de ellos son inéditos.
La fundación gaditana
        Fray Isidoro de Sevilla, incansable en su vehemente propagación de la devoción pastoreña estuvo destinado entre los años 1732-1736 en el convento capuchino de Cádiz, “donde sus superiores esperaban que el tiempo sosegaría la tempestad y, calmada ésta, se aclararían las cosas”. Sin embargo, el arrebatado religioso, enamorado de su creación, encontró tiempo suficiente para predicar la nueva advocación mariana en la capital gaditana, fundar una pujante hermandad e impulsar la construcción de un hermoso templo dedicado a la Divina Pastora, el primero erigido en el mundo en honor de esta representación de la Madre de Dios.
        La hermandad gaditana tuvo su origen en un fervoroso grupo de niños que sacaba allá por Mayo de 1731 el Rosarío de la Inmaculada Concepción que tenía su sede en el Convento de Las Madres Concepcionistas de Santa María, en 1732 salío por primera vez un rosario por las calles de la poblada ciudad, aclamando a la Virgen con el título de Divina Pastora, seguramente estimulados por fray Isidoro. La asociación infantil se transformó pronto en una adulta “Compañía Espiritual del Santo Rosario de Nuestra Señora vocación de la Divina Pastora” o “Compañía Espiritual del Santo Rosario con el título de la Inmaculada Divina Pastora”, En el título vemos como El Padre Isidoro introduce su nuevo título en el antiguo concepcionista, creando así la "Inmaculada Pastora", como figura denominada en el decreto episcopal de aprobación de constituciones y reglas de 1733. Esta corporación siguió primero el modelo de las otras compañías espirituales del rosario que entonces había en Cádiz (las de la Virgen de la Palma, Bendición de Dios, Virgen del Pópulo, de los Remedios, etc.), dimanadas de las instituidas a fines del Seiscientos por el célebre misionero capuchinos fray Pablo de Cádiz, apóstol del rosario.
        La historia del desarrollo de los rosarios públicos de Cádiz y su organización peculiar, desde el núcleo histórico inicial a fines del XVII hasta la plena madurez de estas asociaciones a mediados del XVIII, exigió la intervención fundamental de dos religiosos: fray Pedro de Ulloa, dominico, iniciador del movimiento rosariano en Andalucía y en Indias; y fray Pablo de Cádiz, capuchino, que lo encauzó y fue uno de sus más activos propagadores. Como se ha dicho, “Cádiz tuvo en todo ello un lugar preponderante, pero ni puede recabar la iniciativa del movimiento, ni considerarlo como cosa exclusiva suya”.
        El número de las compañías espirituales fundadas por fray Pablo de Cádiz en la capital gaditana fue de trece, según una relación oficial de 1691, o quince, según la biografía del capuchino gaditano escrita por el propio fray Isidoro de Sevilla. Las compañías, asociaciones de fieles genuinas de Cádiz, debidas al celo de fray Pablo, crecieron y se consolidaron en pocos años. No eran hermandades ni cofradías, porque no tenían esa categoría jurídica; al menos, no al principio. Sin embargo, algunas de ellas derivaron con el tiempo en verdaderas hermandades.
        Así pues, la Hermandad de la Divina Pastora de Cádiz fue en su origen una de estas compañías espirituales. El título inicial usado por ella misma fue, como hemos adelantado, el de “Compañía Espiritual del Santo Rosario de la Santísima Virgen María Madre de Dios y Señora nuestra con el título de Inmaculada Pastora”. Muy pronto se convirtió en una verdadera hermandad. Las constituciones y reglas primitivas fueron aprobadas por decreto episcopal dado en la Isla de León el 17 de Noviembre de 1733, siendo obispo fray Tomás del Valle. Algunos de sus capítulos fueron rectificados parcialmente en 1750, de modo que las reglas formadas se publicaron de nuevo en 1751.
        Una reforma más sustancial de las mismas tuvo lugar en 1772, a causa de la agregación a la Archicofradía de la Hospitalidad de Canónigos del Espíritu Santo, de Roma. Razón por la cual la corporación gaditana comenzó a usar el título de “Ilustre Archicofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Inmaculada y Divina Pastora”. Las nuevas reglas, ampliadas y reformadas, fueron revalidadas ese mismo año por el obispo fray Tomás del Valle.

El primer templo del Orbe Católico dedicado a la Divina Pastora 
        La Hermandad de la Divina Pastora de Cádiz se fundó y radicó en primer lugar en el Convento de Santa María, de religiosas franciscanas concepcionistas. Luego, anhelando emular a otras compañías espirituales del rosario gaditanas que tenían su sede en oratorios propios, quiso pronto contar con una capilla particular. Así pues, a raíz de una solicitud cursada a fines de 1734 por el propio fundador, el Ayuntamiento gaditano cedió en 1735 un solar baldío al final de la calle del Ataúd (hoy, San Juan Bautista de la Salle), mirando a vendaval, entre la espalda de la Catedral y la del referido Monasterio de Santa María. El propio fray Isidoro se refirió a él en estos términos: “un sitio competente que está más allá del Castillo de los Guardias Marinas, a la salida de la calle que llaman del Ataúd”.
        Sin embargo, ante los inconvenientes que ofrecía el lugar, fundamentalmente su mala situación frente a los temporales, la anhelada construcción no se llevó a efecto y la joven asociación gaditana se trasladó pronto a una nueve sede canónica, “casi besando el Campo del Sur”, al calor del Convento de Capuchinos. Así que, obtenidas las licencias oportunas, la Hermandad vendió el solar primitivo cedido por el Ayuntamiento. Con el importe obtenido, más el nutrido concurso de las generosas limosnas de los devotos pastoreños, adquirió en 1735 un terreno en el “campo de las cererías”, situado en la calle de Capuchinos (hoy, Sagasta) y propiedad de la señora doña Guiomar Dávila Sigüenza.
        Andando el tiempo, la corporación gaditana construiría, no ya la sencilla capilla proyectada inicialmente, sino la suntuosa iglesia rococó, que hoy vemos en la antigua calle y barrio de Capuchinos: la primera iglesia de España (o del orbe católico, según los más osados) que llevó por título el de la Divina Pastora. En consecuencia, la ciudad de Cádiz gozó del privilegio de tener el primer templo titulado expresamente con el nombre de la nueva advocación mariana y dedicado a su culto, al menos en España.
        La construcción de este segundo y definitivo templo duró más de veinte años, pues no se vio libre de las inevitables, recurrentes y consabidas crisis, discordias, pleitos y paralizaciones por falta de fondos. No obstante, el santuario de la Pastora de Cádiz fue concluido finalmente a principios de la década de 1760. Durante ese tiempo, los miembros de la junta de gobierno y los devotos (entre los que se encontraban incluso personajes regios) se ocuparon de embellecerlo, decorarlo y enriquecerlo con generosas y espléndidas donaciones de objetos litúrgicos y enseres para el culto. Algunas de ellas fueron aportadas por pasajeros que iban o venían de las Indias. Igualmente los terrenos sobre los que se levantaba la iglesia fueron ampliados varias veces en los años sucesivos a través de las donaciones y ventas realizadas por las familias Butler, Pasquín y otras de la ciudad, para edificar sobre ellos nuevas dependencias del templo.
        En la obra de la iglesia intervinieron renombrados artistas, como el retablista Julián Jiménez y como el escultor imaginero Benito de Hita y Castillo, que le infundieron un estilo preciosista rococó derivado de lo roldanesco. La imagen de la Divina Pastora que preside el retablo mayor habría sido comprada y traída de Sevilla en 1734 por el mayordomo Sebastián Pinto. El simulacro mariano se atribuye con fundamento al círculo de José Montes de Oca (1668-1754), como la imagen homónima de Málaga. El 22 de Diciembre de 1736, la Señora fue trasladada solemnemente en olor de multitudes a su primera casa en el mundo

        La imagen de la Divina Pastora titular de la hermandad y de su santuario no fue la única de esta advocación venerada antaño en Cádiz. Con posterioridad, hubo otras dos en el desaparecido Convento de Capuchinos, una donada por fray Diego José de Cádiz, otra la conocida como “Divina Enfermera”.


La hermandad gaditana fue muy pujante durante la segunda mitad del Setecientos. A ella pertenecieron títulos, regidores, funcionarios de la Casa de Contratación, gente principal y encumbrada de la capital atlántica. Todos ellos la hicieron objeto de sus generosas y valiosas donaciones, movidos por la devoción fervorosa que inspiraba la Divina Pastora gaditana. Destacó por su fervor la familia Ravaschiero-Fiesco, de nobilísimo origen genovés, regidores de Cádiz y protectores de la asociación religiosa. Ante Ella oró la Reina Isabel II y a su Archicofradía le fueron donadas las colgaduras reales del Navío que trajo a Cádiz a su Majestad Carlos III.

Vínculos marineros, difusión americana
La circunstancia de ser Cádiz un activo y floreciente puerto atlántico favoreció que la advocación de la Divina Pastora se tiñera aquí de sabor marinero y que reproducciones de sus imágenes fueran a bordo de navíos que desde la capital gaditana surcaban el océano, igual que los fenicios llevaban en sus barcos a Astarté, diosa de la fecundidad. Sin embargo, las conocidas narraciones del arraigo de la nueva devoción entre las gentes del mar, de los vínculos marineros de la Divina Pastora, se han venido atribuyendo erróneamente a la hermandad isleña, más tardía. En realidad, se refieren a la anterior y entonces mucho más vigorosa hermandad de Cádiz. Así, por ejemplo, de estas narraciones son muy conocidas las siguientes:
1.      El navío El Fuerte tenía en su cubierta de forma permanente una imagen de la Divina Pastora de tamaño natural; como protectora del mismo, conocida como “Pastora Galeona”. El comandante José de Rojas, futuro conde de Casa Rojas, la donó en 1752 a la iglesia gaditana de su nombre. La sugestiva descripción de su lucido traslado al santuario pastoreño de Cádiz ha sido publicada por varios autores. La imagen fue situada en el panteón del templo gaditano.

2.      La fragata (batería flotante) que fue titulada como La Pastora y que era capitana de las diez que participaron en el histórico y fallido sitio de Gibraltar de Septiembre de 1782, durante el que se incendió e hizo explosión. El P. Ardales atribuyó la elección de su nombre a “los marinos de guerra carraqueños”, pero nada lo prueba. Sin embargo, este episodio sí que es mucho más relacionable con la hermandad isleña, fundada justo por entonces.
3.      Las diversas embarcaciones mercantes que llevaban cuadros o imágenes vicarias de la Divina Pastora a las que rezaban los marineros. Esto último, dicho sea de paso, no era una costumbre peculiar de la hermandad pastoreña gaditana, como parecería desprenderse de tales alusiones, ni nada extraño en una próspera ciudad como Cádiz, que tenía el monopolio mercantil con América.
Todas las hermandades gaditanas (también lo harán en su día las isleñas más antiguas) se las ingeniaban para que hubiera reproducciones de sus titulares en los barcos de las flotas comerciales que partían del ajetreado puerto gaditano, con la finalidad de excitar la devoción y “el bolsillo” de tripulaciones y pasajeros.
En Cádiz, por lo demás, la devoción se hizo americana. Desde el puerto de Cádiz navegó a las Indias de mano de las misiones capuchinas, echando raíces en los virreinatos de Nueva España (actuales México y Centroamérica) y de Nueva Granada (actuales Colombia y Venezuela), así como en los lugares más apartados y recónditos del Nuevo Mundo. La presencia de la nueva devoción mariana en América podría ser incluso anterior a la hermandad gaditana, pues existen noticias documentadas acerca de la presencia de frailes capuchinos en Venezuela ya hacia 1715, frailes que tal vez llevarían con ellos la devoción pastoreña.
Las islas de Trinidad y Tobago y la ciudad de Barquisimeto (Venezuela) son un ejemplo patente de esta irradiación. La Divina Pastora es la patrona de dicho estado insular situado frente a las bocas del río Orinoco. En la ciudad venezolana recibe culto superlativo y goza de inmensa devoción la primera (y única hasta hace poco) imagen de esta advocación que fue coronada canónicamente en todo el orbe católico en el año 1956 por decisión de Pío XII.
Desde Cádiz, la devoción no sólo navegó a las Indias, sino que alcanzó y se aposentó en parajes mucho más cercanos. Otras localidades de la bahía gaditana veneraron a la Divina Pastora ya en el Setecientos, bien por influencia directa de Sevilla o bien indirecta vía Cádiz. Por ejemplo, Chiclana de la Frontera, en cuya neoclásica iglesia parroquial se encuentra un lienzo de autor anónimo, de la primera mitad del XVIII, copia del modelo iconográfico del primitivo óleo de Tovar.
La notoria influencia de Cádiz era insoslayable en la Isla de León de entonces. Digamos que Cádiz “exportaba” sus devociones a la vecina localidad. Incluso la tradición quiere que fray Isidoro vino a predicar a la Isla desde el convento de Cádiz, no directamente desde Sevilla. Es decir, la devoción a la Divina Pastora en la Isla de León llegó a través de Cádiz, aunque la devoción era de origen sevillano.
Extraído de: Historia, patrimonio y documentos de la Hermandad de la Divina Pastora de las Almas Coronada de la Ciudad de San Fernando (1782-2006)

NOTAS
·        Uno de los niños gaditanos de 1732 testificó veinticinco años después, siendo fiscal de la hermandad, lo siguiente “Así mismo certifico me consta que en el dia tres de Mayo de el de mil setecientos treinta y dos fue la primera ocasión que por esta Ciudad salió el Rosario de dicha Soberana Imagen de las Casas de Andrés de Blancas, Calle de la Compañía de Jesús, compuesto de algunos niños que formaron para dicho efecto cuerpo de Hermandad”. Las reglas de 1772 explicaron en su preámbulo que fue fray Isidoro (al que se refieren como “perpetuo honor de España”) quien “dispuso que esta devoción comenzase en Cádiz por una junta de inocentes niños, que formando un rosario armonioso, salieron aclamando a María con el nombre de Divina Pastora de las Almas”.
·        Memorial que la propia corporación dirigió al Consejo de Castilla en 1831: “sita en su Capilla propia de la calle de Capuchinos, promovida en el año de 1732 por el Venerable Misionero Apostólico Fray Isidoro de Sevilla, elevada a la clase de Hermandad en el de 1733, establecida en el de 1735 en dicha su Capilla, consolidada en el de 1751 con conocimiento y aprobación de la autoridad civil y eclesiástica, agregada en el de 1774 a la Archicofradía de la Hospitalidad de Canónigos del Espíritu Santo de Roma, hermanada en el 1795 con la Sagrada Religión hospitalaria del Señor San Juan de Dios y reconocida y aprobada últimamente por el Real y Supremo Consejo de Castilla en 19 de octubre de 1797”.
·        José Ravaschiero Fiesco, archidiácono, administrador de la capilla de los genoveses de la catedral vieja gaditana y de las asociaciones caritativas genovesas en Cádiz. Jerónimo Ravaschiero Fiesco, regidor del Ayuntamiento, según el P. Ardales, fue quien costeó la talla de la imagen titular que se hizo en Sevilla.

ALGUNAS FOTOS DE LA HISTORIA Y PATRIMONIO DE LA HERMANDAD

Retrato del Venerable Padre Isidoro y la Divina Pastora en su camarín en los años 40.


Imagen de la Divina Pastora llamada "la enfermerita" y que la Hermandad usaba para llevarla a los hogares de los hermanos enfermos.


Proclama antigua de la Novena y Procesión.


La Santísima Virgen antes y despues de la "restauración". 


En este humilde e imperfecto dibujo realizado por un servidor, se muestra entronizada a la Divina Pastora de las Almas, en el medio de un campo en cuyo fondo se divisa la Giralda símbolo de la Ciudad donde vió la luz esta nueva advocación, coronan el risco el Sol y la Luna símbolos directos del apocalipsis de claro sentido Inmaculista, "Mujer vestida de Sol, con la Luna por pedestal". a su lado venerándola séis de sus mas predilectos devotos, de izquierda a derecha, San Alfonso María de Ligorio gran devoto de la Virgen, la Madre María de la Encarnación que se amparó en la Señora para fundar el Insituto del Rebaño de María y San Antonio María Claret que también tomó como suya a la Divina Pastora.
Al otro lado de la Virgen sus mas fervientes apóstoles y propagadores de la Orden Capuchina: arrodillado Fray Isidoro de Sevilla, el fraile que la vió y sóñó por vez primera,portando en sus manos un libro que él mismo escribió en su honor "La Mejor Pastora Asumpta". depié sostienen un estandarte de la Divina Pastora los Beatos Fray Diego José de Cádiz uno de sus mas incasables propagadores y Fray Leopoldo del Alpandeire, su devoto incondicional.

Debajo, se muestran tres de las casas mas importantes de la Divina Pastora en el mundo por su significado, la primera el Convento de Capuchinos de Sevilla donde se apareció la Virgen la noche del 24 de Junio de 1703, en el centro la Iglesia de Santa Marina de Sevilla, donde sólo un año mas tarde vería la luz la Primera Hermandad y la primera imagen del Mundo de la Divina Pastora; Y la última la Capilla de la Divina Pastora de Cádiz consagrada también y levantada con la ayuda de Fray Isidoro en 1735, siendo el primer templo consagrado a la Divina Pastora de las Almas del Orbe Cristiano.











1 comentario:

  1. Me ha encantado la historia pero sobre todo el detalle del dibujo, está genial, además de por su simbología, por cómo está realizada, bastante digno, enhorabuena, amigo. Ángel Jarquín.

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