LA LEYENDA
La leyenda cuenta que, a mediados del siglo XV, por aguas del Mediterráneo y con rumbo a España navegaba un noble caballero genovés llamado Doménico Adorno. A caer la noche en el golfo de Rosas frente a la costa catalana, se levantó un horrible huracán que desarboló la nave dejándola a la deriva a merced del viento y de enormes olas. Los tripulantes del barco viéndose perdidos en la tempestad se encomendaron a la Virgen María, rogándole les salvara de aquel peligro extremo. Momentos después divisaron en la lejanía un vago resplandor que lentamente se acercaba a ellos. A medida que hacia la embarcación avanza aquella luz la violencia de las olas fue perdiendo fuerza e intensidad. El temporal amaina y pronto pueden distinguir dos luces que suavemente se deslizan por el mar hasta llegar al costado del barco. Entonces echan un bote al agua y, al entrar en contacto con las luces, vieron asombrados una pequeña imagen de la Virgen. Doménico Adorno cogió la imagen entre sus brazos, subió a su nave y, entre aclamaciones de la tripulación, entrega a la Virgen el gobierno del barco y todos se van a descansar. Extenuado, Adorno queda profundamente dormido oyendo en su sueño a la Virgen que le dice: “Llévame a Xerez, al convento de los frailes predicadores que voy para consuelo de los jerezanos”.
Al clarear el día, los marineros despiertan y observan asombrados que en tan pocas horas los vientos y las corrientes habían arrastrado la nave inexplicablemente hasta la desembocadura del Guadalete en Puerto de Menesteo, hoy Puerto de Santa María. Desembarcan, y desde allí la imagen de la Virgen fue conducida a Jerez en una humilde carreta tirada por dos bueyes.
Al llegar a la Ermita de Guía hizo alto el cortejo y Doménico Adorno procedió a colocar la imagen en el altar de su capilla, comunicando a continuación a la ciudad la nueva de la milagrosa visita. Preguntó quienes eran los frailes predicadores y le dijeron que los franciscanos se dedicaban a la predicación. Poco después llegó a la Ermita parte de la comunidad de franciscanos acompañada del Cabildo y numeroso público con la intención de llevarse la imagen al convento franciscano. Cosa que no fue posible ya que de ninguna manera pudieron mover la imagen del lugar donde estaba colocada.
Los dominicos, a los que más tarde llegó la sorprendente noticia, acudieron también a la ermita. Después de orar postrados ante la imagen, fácilmente pudieron trasladarla a la carreta para conducirla a su convento. Pero como los ánimos de la gente no estaban a favor que la Virgen se fuera a Santo Domingo, lo frailes optaron por una sabia solución: dejar a los bueyes que libremente caminasen y fueran donde la voluntad de la Virgen les condujera.
Pasaron por varios templos sin que en ninguno parasen lo bueyes. Pero al llegar a Santo Domingo los animales se detuvieron instintivamente sin que fuese posible que dieran un paso más a pesar de los esfuerzos realizados para conseguirlo. De este modo los padres dominicos recibieron la bendita imagen entre aclamaciones y júbilo del numeroso público que presenciaba la escena. De esta manera la venerada imagen fue colocada en una capilla existente en el mismo lugar en el que se encuentra actualmente.
En el siglo XVI un descendiente de Doménico Adorno, Jácome Adorno, mandó edificar a sus expensas la capilla en la que actualmente se encuentra. Ya que la devoción a esta imagen se difundió rápidamente y gracias a su mediación se conocieron numerosos favores, en especial la curación de enfermos, sequías, epidemias o liberación de cautivos, hechos por los que en el año 1.600 fue votada como co-patrona de Jerez junto a la Virgen de la Merced. Tanto creció la devoción del pueblo jerezano hacia Nuestra Señora de Consolación que pronto hubo de ampliarse la nave del Rosario, la que da a la Alameda Cristina, hasta las dimensiones que actualmente posee, derribándose previamente una qubba almohade allí existente. Posteriormente, en el siglo XVIII, se labró la hermosa fachada renacentista que da ingreso a este ala del templo dominicano.
Dicha capilla se construyó en 1537 a expensas de un noble jerezano llamado Jácome Adorno, siendo realizada por Pedro Fernández de la Zarza, alarife que tan magníficas intervenciones tuvo acerca de la construcción del templo de San Miguel por esa misma época como es su incomparable Capilla del Socorro. El interior de la Capilla de Consolación es un espacio barroco que puede contarse entre los más interesantes de la ciudad. Fue remodelado en los años setenta del siglo XVIII, realizándose el actual retablo para la imagen de la Virgen de Consolación a cargo del gran tallista jerezano Andrés Benítez. En cuanto a la imagen de la Virgen, motivo y eje central de la capilla, es una obra gótica de pequeño tamaño realizada en alabastro en el siglo XV, la cual se muestra sobre un trono de plata del siglo XVIII, tirado por dos bueyes. Un escudo de piedra, blasón de los Adorno, preside la parte superior de fachada de la capilla de Consolación, así como otros dos en cada enjuta del arco de dicha fachada, ello indica inequívocamente el patronazgo de esta familia sobre la capilla.
Cuentan las crónicas que en octubre 1823 durante su estancia en Jerez del Rey Fernando VII y su esposa María Josefa de Sajonia, ambos acudieron al convento de Santo Domingo para orar y oír misa en la capilla de la Virgen del Rosario, teniendo ocasión de ver y admirar la imagen de la Ntra. Sra. de Consolación que, por su pequeño tamaño y belleza, llamó poderosamente la atención de la soberana. Cuentan que la reina la miró y admiró cogiendo en sus manos la imagen con su corona de oro y diamantes, pero que sobre todo le hicieron mucha gracia los bueyes y la carreta de plata sobre la que se asienta.
Una historia, en parte leyenda y en parte realidad, pero lo cierto es que coincide en lo sustancial: Doménico Adorno trajo la sagrada imagen a Jerez desde su Génova natal. Una imagen que llegó a convertirse en un gran foco espiritual para los jerezanos, motivo incluso de peregrinaciones venidas de lugares alejados. Como decía en cierta ocasión nuestro buen amigo Eduardo Velo, una historia que habría que hacer revivir para todos aquellos que buscan consuelo en sus aflicciones, para que las nuevas generaciones no olviden que en Jerez existe una Virgen pequeñita pero con una devoción histórica muy grande.
Prueba de la gran devoción que en tiempos tuvo, es la gran cantidad de cuadros y simulacros que aun a día de hoy se siguen descubriendo de esta entrañable devoción, muchos fuera de nuestras fronteras.
Como muestra esta imagen réplica a escala mayor de la Virgen de consolación realizada en alabastro, y policromada a mal criterio (pues no es fiel a la original), en la década 2000. En la Parroquia de Santa Cruz, Catedral Vieja de la ciudad de Cádiz.
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