San Germán, (Madres Carmelitas Descalzas, Cádiz) |
San Servando, (Madres Carmelitas Descalzas, Cádiz) |
De San Servando y de San German, cuyo glorioso martirio, celebra la Iglesia de España en este día, ignórase cual es su patria, pero se dice que eran de Mérida. Eran hijos de San Marcelo el Centurión y de Santa Nonia.
Aún en los años de juventud los Santos se portaban de tal modo, que cuantos los miraban advertían en ellos una conducta de ancianos virtuosos. Esto sería, todavía más admirable si, como sienten algunos, siguieron la milicia. Siendo de edad adulta, y teniendo los conocimientos necesarios para percibir la vanidad del paganismo y la sólida firmeza de los preceptos del Evangelio, determinaron hacerse cristianos, para ser en la milicia de Jesucristo soldados fuertes que defendiesen su sacrosanto Nombre contra los ejércitos de las infernales potestades.
Los Santos hacían diversos milagros, conjurando a los endemoniados en el nombre de Jesucristo, y además dando vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos, y el uso de sus miembros a los que por cualquier enfermedad los tenían embargados.
En la persecución de Aureliano, padecieron varios españoles las terribles consecuencias de confesar libremente el nombre de Jesucristo entre las gentes que le aborrecían, y tenían en sus manos el poder. Como Servando y Germán resplandecían entre los demás cristianos por la santidad de sus costumbres y por los frecuentes milagros con que Dios los hacía maravillosos, llamaron fácilmente hacia sí la atención del juez imperial. Mandó ponerlos presos, y pidiéndoles razón de su profesión y su conducta, confesaron con valor que adoraban a un solo y verdadero Dios, y a su Hijo Jesucristo, el cual por redimir al mundo de la servidumbre del pecado se había hecho hombre, y había muerto en una Cruz: que abominaban con todo su corazón a los ídolos, que no eran otra cosa que obras de hombres, sin poder ni actividad para cosa alguna, sino para mantener a sus necios adoradores en una ceguedad desventurada.
Esta respuesta irritó la cólera del juez y creyendo que pudiendo hacerlos mudar de parecer a través de tormentos, dio orden de que los atormentaran. Fueron suspendidos en el ecúleo, en donde les descoyuntaron todos los miembros. Los mandó a la cárcel, cargados de grillos y cadenadas y atormentados con hambre y sed. Estando Servando y Germán en la cárcel no se sabe por qué cesó la persecución temporalmente y todos los cristianos que estaban en la cárcel salieron libres.
Una vez libres, Servando y Germán predicaban por la ciudad en todos los barrios; persuadían a los gentiles de arruinar los templos paganos y las aras de los dioses. Fueron innumerables los que comenzaron a aborrecer con toda su alma los ritos y ceremonias profanas con que los sacerdotes sacrificaban a los ídolos.
Diocleciano una vez en el poder volvió a desatar la persecución contra los cristianos. Había en Mérida un vicario imperial, llamado Viator, el cual tenía el cargo de hacer pesquisa de los que adoraban el nombre de Jesucristo, y de procurar retraerlos, o exterminarlos con los suplicios más horrorosos. Llegó éste a saber fácilmente cómo Servando y Germán habían estado antes presos y atormentados por seguir la Religión prohibida por decretos imperiales; que habiendo sido echados de la cárcel, lejos de corregirse con el castigo, habían seducido a infinitos gentiles, y había llegado su temeridad hasta profanar y derribar los templos de los dioses y hacer pedazos sus simulacros. Semejantes acusaciones encendieron en ira al juez, quien mandó inmediatamente que les pusiesen de nuevo en prisión para que ofreciesen incienso a los dioses, o perdiesen las vidas con los más exquisitos tormentos. Cumplióse el decreto del presidente; y habiéndolos puesto presos, volvieron a afligir sus sagrados cuerpos con los mismos tormentos que anteriormente habían experimentado. Los ponen en el ecúleo, excarnifican sus cuerpos con uñas de hierro, pero los Santos se mantenían inflexibles en su primer propósito. Se le dio noticia de esto al juez, el cual concibió una rabiosa furia contra los gloriosos Mártires, y falto de consejo no sabía de qué modo satisfacerla. Por una parte quisiera ejecutar en ellos el extremo de su severidad, exterminando una vida que le era tan enojosa; pero por otra parte contemplaba, que estando los Santos muertos no podrían servir de objeto a su furor, ni cebar en ellos su encono. Mandó que les echasen argollas de hierro al cuello, y que atasen con esposas sus manos, y de este modo los metiesen en un oscuro y fétido calabozo, en donde estuviesen dispuestos para nuevas penalidades.
Entre tanto tuvo Viator necesidad de pasar desde Mérida a la Mauritania Tingitana, que pertenecía entonces al gobierno civil de España; y queriendo que el martirio de Servando y Germán aterrase a los demás cristianos, mandó que atados con cadenas de hierro los trajesen detrás de él por el camino. Entre tanto llegó el Presidente a la jurisdicción de Cádiz, y habiendo visto que todos los tormentos e incomodidades que habían pasado en el camino no habían producido otro efecto que hacer más notoria su constancia, dio sentencia de que fuesen degollados. Los sacaron a un collado cercano de Cádiz, llamado "Ursoniano", y habiendo llegado al sitio del sacrificio, se pusieron de rodillas Servando y Germán, y con voz sumisa hicieron oración a Dios, pidiéndole se dignase aceptar el sacrificio de su vida. Los verdugos dieron el golpe con que fueron cortadas sus sagradas cabezas. El cuerpo de San Servando fue sepultado en Cádiz y el de San Germán llevado a Mérida, en donde con el tiempo fue colocado al lado de Santa Eulalia. San Servando fue trasladado a Sevilla y colocado en el Cementerio de Santa Justa y Santa Rufina.
SANTOS SERVANDO Y GERMÁN, ROGAD POR LOS GADITANOS.
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