lunes, 13 de junio de 2011

PENTECOSTÉS


Venida del Espíritu Santo

Cuando se cumplían los días de Pentecostés, estaban los Apóstoles reunidos en el cenáculo. De repente, se produjo un estruendo como de viento huracanado proveniente del cielo que estremeció toda la casa. Aparecieron unas lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo; Y comenzaron a hablar diversas lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen.

Al oírse. este estruendo concurrió la multitud ante la casa donde estaban los Apóstoles . Había en Jerusalén, con motivo de la fiesta, hombres religiosos de muchas naciones: de Grecia, Roma, Mesopotamia, Capadocia, Egipto, Libia... Todos quedaron maravillados y se preguntaban pasmados unos a otros:

-¿No son galileos estos hombres? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua? ¿Qué querrá decir todo esto? Pues los hemos oído hablar en nuestra lenguas las grandezas de Dios.

(Hechos de los Apóstoles 2, 1-41)



Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tu, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.


V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.

Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén. 
COPLAS PARA LA ROMERÍA DEL ROCIO DEL AÑO DE 1919

Desde Sevilla a Huelva,
Madre y Patrona,
A traerte venimos
Una Corona.
¿Que un sol parece?
¡Pues aunque más no cabe,
Más te mereces!

Mucho vale una perla
Mucho un diamante;
Pero más, los amores
De un pecho amante...
Y esa corona
Es amor de cien pueblos
A su Patrona.

De un lado el Aljarafe,
De otro el Condado
Reina de sus amores
Te han coronado.
¡Ay, Madre mía,
Tus ojos oscurecen
La pedrería!

Virgen de las marismas,
Madre y Señora
De tantísimos pobres
Como te lloran.
¡Vida y dulzura
De todo el que te cuenta
Sus amarguras!

Salud de los enfermos,
Rosa temprana,
Estrella reluciente
De la mañana,
Pomo de aromas,
Lirio de las marismas,
Blanca Paloma.

¡Bendita sea la hora
Que Dios te hizo,
De la tierra y del cielo
Dulce hechizo!
¡Que buena suerte
Invocarte a la hora
De nuestra muerte!

La Virgen del Rocío
No es obra humana;
Que bajó de los cielos
Una mañana.
Eso sería
Para ser Reina y Madre
de Andalucía.

A esa Blanca Paloma
Le tengo un nido:
Mi corazón, de amores
Todo encendido.
¡En él descansa,
Como en tí, Madre mía,
Mis esperanzas!

-¿Donde vas? -Al Rocío.
-¿Pa qué, Dolore?
-A rezar por los hijos
De mis amores.
¿Quién tiene duelo,
Mientras exista esa ermita,
Puerta der Cielo?

Soy la más desgraciaita
Que hay en la tierra.
Con un hijo en la cárcel
Y otro en la guerra...
Lloro y espero:
La Virgen sabrá darme
Lo que yo quiero.

Ayunando y descalza,
Cayá y andando,
La ermita del Rocío
Voy divisando.
¡Madre del alma:
Qué chaparrón de salves
El que te aguarda!

Las leguas del Rocío
Son escalones
Por donde van al cielo
Los corazones.
¡Vuela al Rocío,
Sin que nada te arredre,
Corazón mío!

La ermita no es ermita,
Que es un Sagrario,
Donde ha puesto Dios mismo
Su relicario.
No es maravilla,
Si caballos y bueyes
Se le arrodillan.

Pocito del Rocío,
¡Siempre manando!
¡Lo mismo que la Virgen:
Siempre escuchando!
¡De noche y día
Te encuentra el que te busca,
Virgen María!

Cuando por la marisma
La Virgen sale,
Hasta el sol se detiene
Para rezarle.
¿Quién no le reza
A esa Blanca Paloma
Flor de pureza?.

Pajaritos del aire,
flores der campo
Estreyitas der cielo,
Angeles y Santos:
Cantadle ustedes;
Que mi voz con el llanto
Cantar no puede.

Tamboriles y gaitas,
Blancas carretas.
Gurpos de peregrinos
A la jineta.
¡Echaos a un lado:
Que viene la carreta
Del Simpecado!

Míralo cómo brilla,
Cómo reluce,
Con tantísimas flores
Y tántas luces!
¿Esos cordones?...
¿No ves que son ensartas
De corazones?

Adios, Blanca Paloma
De las marismas.
Aunque de ti me olvide,
Tú eres la misma.
¡Mira que es pena
Que tenga hijos tan malos
Madre tan buena!

Guitarrita mora:
Vuélvete cristiana.
¡Vamos al Rocío, a cantar a la Virgen
Coplitas gitanas!

¡Marismas de Almonte,
Llanos el Rocío!
¡Decíd a la Virgen, la Paloma blanca,
Los amores míos!

¡Míra que tiene uno tierras
Dejáitas atrás!
Pero carita como la de esa Virgen,
No la vi jamás.

¿Qué está usté diciendo?
¡Que el sol se ha perdío?
Pues entonces, amigo, no le de usté vueltas:
Que está en el Rocío.

Hay alli una ermita
Que es el firmamento:
¡El sol y la luna...!¡la Paloma blanca
En el monumento!

Yo he pecado mucho,
¡Mucho que apequé!
¡Mírame, Mare, ya arrepentiito
De ulrtrajá al Divé!

Apenitas andaba,
Me quedé sin mare
Solo en er mundo, no aprendí na bueno,
Na más que a rezarte.

Yo andé por el mundo,
Sin ningún amparo:
Pero tu cara en la mitas de mi noche
Me sirvió de faro.

Una horita mala
Me echó una cadena:
Tu escapulario, cormigo en la cárcel,
Cumplió la condena.

Olvidé hasta el Credo:
¡Tito lo olvidé!
¡Pero la salve a la Paloma blanca
No la Olvidaré!

.
Madre del Rocío,
¡Nunca me desampares!...
Malo y rodando, al fin soy tu hijo,
Y tú eres mi Mare.

¡Pidiendo limonsna,
Si es menestér,
Vendré otro año, del fin del mundo,
Pa volverte a ver!

Palomita blanca:
¡Por Dios te lo pido!
¡Que esta medalla, donde está tu imagen
La entierren conmigo!

Guitarrita mora:
¡Vamos a callá!...
Tienes todas las cuerdas mojadas en mi llanto,
Y yo no puedo más.

Con el alma apuñalá,
Salí andando pal Rocío.
He venido y he llorado:
¡Ya me vuelvo tan tranquilo!

Juan F Muñoz Pabón.

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