viernes, 21 de diciembre de 2012

JORNADITAS IV

Día Cuarto (21 dic.)

Oración para todos los días:

San José y Santa María, queremos peregrinar con vosotros desde vuestra casita de Nazaret a Belén, la casa del pan. Queremos gozar de vuestra compañía. Os queremos seguir como enamorados que caminan buscando vuestras huellas; como sedientos necesitados de llegar a la fuente de agua viva que lleváis con vosotros.

La soledad del alma solo se llena con la presencia del que ha de venir. Vosotros sois los portadores del esperado de las naciones. Cada aurora nos habla del sol que viene de lo alto. Decidnos: ¿cuánto tardará en brillar su luz sobre la faz de la Iglesia y sobre nosotros, sus hijos? Que la aurora se convierta en mediodía. Que nuestra fe se haga visión arrodillada en Belén.

Punto 4º.- El camino que lleva a Belén es camino de humildad, de amor fraterno. No hay humildad profunda sin amor verdadero; ni puede haber amor fraterno cualificado, sin humildad. Dios miró la humildad de la que se sentía pequeña; Dios exaltó a quien, Hombre por nosotros, se humilló hasta someterse a la muerte y muerte de cruz. Niño en Belén, desde su desvalimiento, nos está enseñando cómo hemos de llevar las cruces de la vida, las limitaciones, las incapacidades. Niño en Belén, cuidado por José y María que, dentro de su pobreza y desamparo, nos enseñan cómo lo que vale es el amor, el mimo, el calor del cariño.

Ant.- Oh Llave de David y Cetro de la Casa de Israel, que abres y nadie puede
cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en
sombra de muerte.

V/ Cielos, enviad vuestro rocío.
R/ Ábrase la tierra y germine al Salvador.

Oremos. Te pedimos, Dios Todopoderoso, tu ayuda, para que la próxima Solemnidad del
Nacimiento de tu Hijo, nos sirva de protección para la vida presente y nos consiga los
premios de la bienaventuranza eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


Campanilleros

Ya han salido de Sión, la hermosa,
y ahora presurosos, marchan a Belén (bis)
en los ojos de la Virgen Madre,
brillan dos luceros, repletos de fe.
Repletos de fe, repletos de fe.
Madre y Virgen, que antes que tu seno,
concibió tu mente de creyente fiel.

No ha sabido el taimado Herodes
que pasó a sus puertas, quien se sentará, (bis)
en el Trono de David, su padre,
y siglos por siglos, en él reinará.
Pero humilde va, pero humilde va:
que en el seno de una nazarena,
a Belén camina y allí nacerá.


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