Vio venir el madero de la Cruz como un tallo de rosa.
Lo recibió en los brazos abiertos como se recibe una esposa.
Y el árbol seco va a dar su fruto sazonado.
Ya no habrá Cruz sin Dios crucificado.
No ha subido a la Cruz para decirnos una arenga.
Ha subido a humillarse y a tener Él solo la razón
por todo el que no la tenga.
Le hemos dado la madera por el pan,
según profetizaba Jeremías.
Él recibió la Cruz como nosotros sus Eucaristías.
Yo debiera decirle: Señor, espera, espera.
Yo llevaré por Ti la pesada madera...
Pero eso ha de decirlo Él mismo: si es su decreto soberano
que yo, pobre gusano,
llegue a saber de Amor de esa manera.
José María Pemán
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