viernes, 16 de marzo de 2012

16 de Marzo, IV Viernes de Cuaresma



¡Oh, las madres que visteis morir entre los brazos
a un solo único hijo, llevándose a pedazos
el corazón!

Recordad el dolor
de aquella última noche del pulso, del termómetro,
del hielo, del sudor, de la sábana limpia y del mullir la almohada.

Y ese bajar, escalón a escalón, la escalera empinada
del "ya no habla..." "ya no mira"
"ya no se siente el pulso..." "ya apenas si respira"

La estación cuarta es una Madre, acongojada y fiel,
en un sendero: aceptando la Pena que venía por él...

No dice una palabra: que las palabras todas han huido
como en día de truenos los pájaros del nido.

Está inmóvil, delante de su Hijo, como queriendo ser
nada más que una Idea.
Está abriéndole el alma, como un libro, para que Él se la lea.

Se ofrece toda. No le regatea.

José María Pemán

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