Día Tercero (20 dic.)
Oración para todos los días:
San José y Santa María, queremos peregrinar con vosotros desde vuestra casita de
Nazaret a Belén, la casa del pan. Queremos gozar de vuestra compañía. Os queremos seguir
como enamorados que caminan buscando vuestras huellas; como sedientos necesitados de
llegar a la fuente de agua viva que lleváis con vosotros.
La soledad del alma solo se llena con la presencia del que ha de venir. Vosotros sois
los portadores del esperado de las naciones. Cada aurora nos habla del sol que viene de lo
alto. Decidnos: ¿cuánto tardará en brillar su luz sobre la faz de la Iglesia y sobre nosotros, sus
hijos? Que la aurora se convierta en mediodía. Que nuestra fe se haga visión arrodillada en
Belén.
Punto 3º.- Se camina cantando; se hace así más llevadero el camino, más corta la
jornada. Cantares de Sión, la hermosa; cantares de Jerusalén, la visión de paz que anhelamos.
Contra todas las formas de falsa paz, El nos trae la paz verdadera , porque el que va a nacer es
Nuestra Paz, como es nuestra Vida, nuestra Luz, nuestra Verdad. Y ¿quién nos apartará de El,
del amor de Cristo? “¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, el hambre?, ¿los
peligros?” Como el Apóstol estamos seguros “de que ni la muerte ni la vida, ni criatura alguna
podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Ant.- Oh Renuevo del Tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no
tardes más.
V/ Cielos, enviad vuestro rocío.
R/ Ábrase la tierra y germine al Salvador.
Oremos. Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta ya cercana del Nacimiento de tu
Hijo, nos reconforte en esta vida y nos obtenga la recompensa eterna. Por Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén
Campanilleros
Deslumbrante se ofrece a la vista
la ciudad bendita del Monte Sión (bis)
Los rabinos cruzan por su calles
y en los peregrinos, nadie se fijó.
Nadie se fijó, nadie se fijó.
Nadie supo que por sus murallas,
pasaba el Mesías que el pueblo anheló.
Tú no pienses, María, que cruzas,
ahora las murallas de Jerusalén (bis)
Tu no pienses que el Niño que llevas
fue profetizado Siervo de Yahvé.
Gózate con El, gózate con El.
Que ya viene a salvar a su pueblo,
y a darnos la gloria del Eterno Edén.
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