El origen del Santo Rosario es tan antiguo como el mismo cristianismo aunque como es lógico no en su forma actual. En el Rosario se recuerdan los misterios de la vida de Cristo. La tradición ha hecho al español Santo Domingo de Guzmán autor del actual Rosario. Los dominicos -sus seguidores- han sido siempre los grandes propagadores de esta devoción tan querida por el pueblo cristiano. El origen de la fiesta de hoy -antes se llamaba la Virgen de las Victorias- arranca de la batalla de Lepanto, ocurrida el 7 de Octubre de 1571, que el Papa San Pío V encomendó a la Virgen del Rosario y la victoria se atribuye a su poderosa ayuda.
Los Papas, los Reyes, los Santos, los Sabios y la gente sencilla, desde que esta devoción es conocida, lo han rezado y propagado con gran celo. Ocuparía muchas páginas si quisiéramos recoger los piropos que durante siglos han tributado a esta forma de honrar a la Virgen y a Cristo, celebrando sus misterios. Sobre todo a partir del Papa León XIII todos los Papas han exhortado vivamente al rezo diario en familia y en particular de esta devoción. «Rezad el rosario», dijo la Virgen a Bernardita en Lourdes y a los pastorcitos de Fátima.
Nuestra Señora del Rosario
Excelsa Patrona de Cádiz
Gozos en alabanza de
María Santísima Nuestra Señora y de su
Santo Rosario,
Patrona de esta ciudad.
***
compuestos por el
Beato Fray Diego de Cádiz
COPLA
Cantemos
con devoción
A
la que es de Dios Sagrario:
Señora,
por tu Rosario,
Logre
yo mi salvación.
Aquí
la fe resplandece
Y
la religión se ensalza,
Se
abjura la secta falsa,
Y
el dogma más resplandece:
El
que así no lo creyese,
Es
digno de corrección.
Es
fuente del Paraíso
De
que al mundo se deriva
De
la gracia el agua viva
Para
el remedio preciso:
El
pecador que la quiso
Halló
aquí su salvación.
Es
el árbol de la vida,
El
iris que vió Noé,
El
símbolo de la Fe,
Del
cielo escala y subida,
Es
de la gracia perdida,
Medio
de restauración.
Es
la vara prodigiosa
De
Moisés profeta santo:
Es
vara de poder tanto
Que
a Luzbel rinde y destroza,
Es
la vara fructuosa
Del
gran sacerdote Aarón.
Es
un rosal misterioso
Llamado
de Jericó,
La
escala que Jacob vió
En
sueño maravilloso,
Camino
nada fragoso
Para
la eterna mansión.
Escudo
es de Josué
Contra
el poder infernal
Y
del pecado mortal
Remedio
y así se ve
Que
el Rosario siempre fue
Medio
de reformación.
La
zarza de Oreb mostraba
Del
Rosario la virtud
Porque
por él su salud
El
mundo recuperaba:
Dios
así nos preparaba
Un
bien sin comparación.
Es
la ciudad preparada
Por
Dios para mi refugio
En
donde hallase el refugio
De
su ira exarcebada
Al
alma aquí cobijada
Se
dará indulto y perdón.
Es
la torre guarnecida
De
David, donde los fuertes,
Armados
de varias suertes,
Ven
su virtud defendida
Siempre
aquí será vencida
La
cabeza del dragón.
El
Arbol representado
A
Nabuco en su reposo,
Fue
símbolo misterioso
Del
Rosario, himno sagrado.
Por
él bienaventurado
Puede
ser cual ya otros son.
El
Rosario bien rezado
Es
remedio universal
En
todo quebranto y mal
Para
el hombre atribulado,
Señal
de predestinado
Es
tan santa ocupación.
A
toda virtud excita
Rezar
el Santo Rosario
Si
este ejercicio diario
Con
devoción se ejercita
Todo
impedimento quita
De
la santificación.
Todo
aquel que con pecado
Ha
gravado su conciencia,
Logrará
hacer penitencia
Si
el Rosario es aplicado:
El
será en otro mudado
Dispondrá
su obstinación.
Y
si pecaste, ¡alma mía!
Y
hallar quieres penitencia,
Busca
luego la clemencia
De
tu gran Reina María:
En
su protección confía
Conseguir
la contricción.
Que
Dios ha de perdonarte
Ten
por cierto, si a María,
Invocares
con Fe pía
Tratando
tu de enmendarte
Tu
conseguirás salvarte
Si
alcanzas su protección.
No
te vencerá el pecado,
Ni
sus fuertes tentaciones
Si
en tan santas oraciones
Te
hallaren ejercitado:
No
tampoco el fuerte armado
Puesto
en tal ocupación.
Aquel
que el Ave María
Devotamente
rezare
Y
a la Virgen saludare
Con
virtud y oración pía,
Del
juicio en el gran día
No
verá su perdición.
El
justo, el angel y el santo
Con
acorde melodía
A
su Emperatriz María
Le
alaban con este canto,
El
cielo se alegra tanto
Con
esta salutación.
Aquel
que por su impiedad
De
rezar deja el Rosario,
Es
juzgado temerario
E
incurre en grande maldad:
Por
Ella el Dios de bondad
Le
mira con adversión.
Todos,
pues, con voluntad
El
Rosario le recemos
Y
con él siempre alabemos
A
la Madre de Piedad:
Toda
la Divinidad
Puso
aquí su habitación.
Es
remedio universal
El
Rosario sacrosanto
De
toda pena y quebranto
Y
en todo peligro y mal:
Su
virtud es tanta y tal
Que
sana toda aflicción.
Sus
misterios considera,
Si
con fruto has de rezarlo,
Lo
contrario es malograrlo,
O
poco bien produjera,
Sin
devoción verdadera,
No
sirve esta invocación.
De
Jesucristo la vida
El
Rosario nos propone,
Y
en eso a todos impone
Que
es su imitación debida,
También
es cosa sabida
Que
es regla sin excepción.
En
tres clases dividido
Estos
misterios verás,
Y
en ellos meditarás
Como
fuimos redimidos:
Tus
sentidos recogidos
Ten
en su meditación.
En
los misterios Gozosos
Hallarás
alta doctrina,
Y
de efectos una mina.
Los
más tiernos y amorosos
Son
los verdaderos gozos
En
nosotros su fruición.
Si
meditas con fervoro
Los
Dolorosos misterios
Sacarás
afectos serios
De
compasión y dolor.
Por
ellos tu Redentor
Te
exige su imitación.
Todo
el bien que de Dios viene
Con
sus tesoros preciosos,
En
los misterios Gloriosos
Hallarás
que se contiene:
Medítalos
cual conviene
Y
en ellos pon tu afición.
Venid
todos y alabemos
A
nuestra Madre María,
Y
en toda hora cada día
Devotos
la veneremos:
Si
así fuere, no dudemos
De
su gran retribución.
A
vuestros pies, gran Señora,
Tu
pueblo favorecido,
Con
afecto el más rendido
Postrado,
humilde os adora
Para
siempre desde ahora
Os
pide la bendición.
Por
tí benditos seamos,
Como
humildes lo pedimos:
Y
pues por Tí a Dios tuvimos,
Por
Tí también le veamos:
Por
vuestro medio esperamos
Verle
en la Santa Sión.
Por
tiempo y eternidad,
En
la vida y en la muerte
Pongo
en tus manos mi suerte,
Mi
bien y felicidad:
Que
me ampare tu bondad
Es
toda mi petición.
A
todos, pues, Madre amable,
Que
ahora en vida os alabamos,
En
la gloria así veamos
Al
Númen Trino inefable
Cuyo
nombre es admirable
Por
eterna duración.
Señora,
por tu Rosario, logre yo mi salvación.
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