sábado, 6 de octubre de 2012

7 de octubre, Nuestra Señora del Rosario.



El origen del Santo Rosario es tan antiguo como el mismo cristianismo aunque como es lógico no en su forma actual. En el Rosario se recuerdan los misterios de la vida de Cristo. La tradición ha hecho al español Santo Domingo de Guzmán autor del actual Rosario. Los dominicos -sus seguidores- han sido siempre los grandes propagadores de esta devoción tan querida por el pueblo cristiano. El origen de la fiesta de hoy -antes se llamaba la Virgen de las Victorias- arranca de la batalla de Lepanto, ocurrida el 7 de Octubre de 1571, que el Papa San Pío V encomendó a la Virgen del Rosario y la victoria se atribuye a su poderosa ayuda.
Los Papas, los Reyes, los Santos, los Sabios y la gente sencilla, desde que esta devoción es conocida, lo han rezado y propagado con gran celo. Ocuparía muchas páginas si quisiéramos recoger los piropos que durante siglos han tributado a esta forma de honrar a la Virgen y a Cristo, celebrando sus misterios. Sobre todo a partir del Papa León XIII todos los Papas han exhortado vivamente al rezo diario en familia y en particular de esta devoción. «Rezad el rosario», dijo la Virgen a Bernardita en Lourdes y a los pastorcitos de Fátima.


Nuestra Señora del Rosario
Excelsa Patrona de Cádiz


Gozos en alabanza de
María Santísima Nuestra Señora y de su Santo Rosario,
Patrona de esta ciudad.

***

compuestos por el 
 Beato Fray Diego de Cádiz



COPLA

Cantemos con devoción
A la que es de Dios Sagrario:
Señora, por tu Rosario,
Logre yo mi salvación.


Aquí la fe resplandece
Y la religión se ensalza,
Se abjura la secta falsa,
Y el dogma más resplandece:
El que así no lo creyese,
Es digno de corrección.


Es fuente del Paraíso
De que al mundo se deriva
De la gracia el agua viva
Para el remedio preciso:
El pecador que la quiso
Halló aquí su salvación.


Es el árbol de la vida,
El iris que vió Noé,
El símbolo de la Fe,
Del cielo escala y subida,
Es de la gracia perdida,
Medio de restauración.


Es la vara prodigiosa
De Moisés profeta santo:
Es vara de poder tanto
Que a Luzbel rinde y destroza,
Es la vara fructuosa
Del gran sacerdote Aarón.
Es un rosal misterioso
Llamado de Jericó,
La escala que Jacob vió
En sueño maravilloso,
Camino nada fragoso
Para la eterna mansión.


Escudo es de Josué
Contra el poder infernal
Y del pecado mortal
Remedio y así se ve
Que el Rosario siempre fue
Medio de reformación.


La zarza de Oreb mostraba
Del Rosario la virtud
Porque por él su salud
El mundo recuperaba:
Dios así nos preparaba
Un bien sin comparación.


Es la ciudad preparada
Por Dios para mi refugio
En donde hallase el refugio
De su ira exarcebada
Al alma aquí cobijada
Se dará indulto y perdón.


Es la torre guarnecida
De David, donde los fuertes,
Armados de varias suertes,
Ven su virtud defendida
Siempre aquí será vencida
La cabeza del dragón.


El Arbol representado
A Nabuco en su reposo,
Fue símbolo misterioso
Del Rosario, himno sagrado.
Por él bienaventurado
Puede ser cual ya otros son.


El Rosario bien rezado
Es remedio universal
En todo quebranto y mal
Para el hombre atribulado,
Señal de predestinado
Es tan santa ocupación.


A toda virtud excita
Rezar el Santo Rosario
Si este ejercicio diario
Con devoción se ejercita
Todo impedimento quita
De la santificación.


Todo aquel que con pecado
Ha gravado su conciencia,
Logrará hacer penitencia
Si el Rosario es aplicado:
El será en otro mudado
Dispondrá su obstinación.


Y si pecaste, ¡alma mía!
Y hallar quieres penitencia,
Busca luego la clemencia
De tu gran Reina María:
En su protección confía
Conseguir la contricción.


Que Dios ha de perdonarte
Ten por cierto, si a María,
Invocares con Fe pía
Tratando tu de enmendarte
Tu conseguirás salvarte
Si alcanzas su protección.


No te vencerá el pecado,
Ni sus fuertes tentaciones
Si en tan santas oraciones
Te hallaren ejercitado:
No tampoco el fuerte armado
Puesto en tal ocupación.


Aquel que el Ave María
Devotamente rezare
Y a la Virgen saludare
Con virtud y oración pía,
Del juicio en el gran día
No verá su perdición.


El justo, el angel y el santo
Con acorde melodía
A su Emperatriz María
Le alaban con este canto,
El cielo se alegra tanto
Con esta salutación.


Aquel que por su impiedad
De rezar deja el Rosario,
Es juzgado temerario
E incurre en grande maldad:
Por Ella el Dios de bondad
Le mira con adversión.


Todos, pues, con voluntad
El Rosario le recemos
Y con él siempre alabemos
A la Madre de Piedad:
Toda la Divinidad
Puso aquí su habitación.


Es remedio universal
El Rosario sacrosanto
De toda pena y quebranto
Y en todo peligro y mal:
Su virtud es tanta y tal
Que sana toda aflicción.


Sus misterios considera,
Si con fruto has de rezarlo,
Lo contrario es malograrlo,
O poco bien produjera,
Sin devoción verdadera,
No sirve esta invocación.


De Jesucristo la vida
El Rosario nos propone,
Y en eso a todos impone
Que es su imitación debida,
También es cosa sabida
Que es regla sin excepción.


En tres clases dividido
Estos misterios verás,
Y en ellos meditarás
Como fuimos redimidos:
Tus sentidos recogidos
Ten en su meditación.


En los misterios Gozosos
Hallarás alta doctrina,
Y de efectos una mina.
Los más tiernos y amorosos
Son los verdaderos gozos
En nosotros su fruición.


Si meditas con fervoro
Los Dolorosos misterios
Sacarás afectos serios
De compasión y dolor.
Por ellos tu Redentor
Te exige su imitación.


Todo el bien que de Dios viene
Con sus tesoros preciosos,
En los misterios Gloriosos
Hallarás que se contiene:
Medítalos cual conviene
Y en ellos pon tu afición.


Venid todos y alabemos
A nuestra Madre María,
Y en toda hora cada día
Devotos la veneremos:
Si así fuere, no dudemos
De su gran retribución.


A vuestros pies, gran Señora,
Tu pueblo favorecido,
Con afecto el más rendido
Postrado, humilde os adora
Para siempre desde ahora
Os pide la bendición.


Por tí benditos seamos,
Como humildes lo pedimos:
Y pues por Tí a Dios tuvimos,
Por Tí también le veamos:
Por vuestro medio esperamos
Verle en la Santa Sión.


Por tiempo y eternidad,
En la vida y en la muerte
Pongo en tus manos mi suerte,
Mi bien y felicidad:
Que me ampare tu bondad
Es toda mi petición.


A todos, pues, Madre amable,
Que ahora en vida os alabamos,
En la gloria así veamos
Al Númen Trino inefable
Cuyo nombre es admirable
Por eterna duración.


Señora, por tu Rosario, logre yo mi salvación. 

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